Del Nouveau al Decó *
Juan Guillermo Tejeda
El art nouveau y el art decó fueron dos instantes ornamentales que animaron el panorama del diseño y la arquitectura antes de la llegada del racionalismo. Ambos han quedado entre nosotros como dos códigos morfológicos integrales a los cuales siempre es posible recurrir. Su impopularidad entre ciertos puristas de la forma se deriva quizá de que son estilos que no nacen de la pureza, sino del desconcierto o de la mezcla, de las transiciones entre artesanía e industria. Eso es lo que puede explicar sus periódicas resurrecciones. Si miramos el catálogo de la fundición Daniel Badger editado en 1865 en Nueva York veremos como allí se nos muestra el origen, las ventajas y la variedad de la arquitectura en hierro, destacando sus múltiples cualidades: las ilustraciones son imágenes de casas, rejas, columnas, barandas, puentes, piezas ornamentales, pavimentos, ventanas y edificios públicos fabricados en hierro fundido. En cuanto a estilos, lo que se ve en el catálogo de Badger es la versión en hierro de lo que en esos años se lleva en Europa: el historicismo, es decir, un menú misceláneo que permitía construir o evocar cúpulas romanas, columnatas y escalas griegas, fachadas renacentistas, iglesias góticas o villas campestres estilo Palladio ... Eran años febriles en la construcción, momentos de confusión y mezcla: el desarrollo tecnológico permitía audacias nunca vistas, pero las formas seguían repitiendo los ornamentos del pasado. Es en ese contexto que aparece con fuerza en diversas ciudades europeas el art nouveau. La forma característica y predominante es de tipo natural, a la manera de una llamarada o de un latigazo, o de unas enormes algas que flotaran libremente en el mar. El mundo de sensaciones a las que nos conduce el art nouveau tiene algo de submarino, y está compuesto de cavernas o cuerpos orgánicos. Su sentido decorativo es poco dado a la repetición, y muchas veces no hay patrones rígidos ni simetrías, lo que es poco frecuente en los estilos ornamentales.
Hay en el art nouveau un algo de atrocidad subterránea, de pesadilla y al mismo tiempo un aire alado, como de cuento de hadas. Aunque sus formas son arcaicas, su repertorio es enteramente original y no repite nada del pasado. Los impulsores del art nouveau rechazaban el historicismo de catálogo, al que encontraban frío y sin vibración real. Provenían de diversos oficios artísticos o se apoyaban en ellos. Fueron vidrieros como Gallé, diseñadores gráficos como Otto Eckmann, joyeros como Lalique, o experimentadores arquitectónicos como Gaudí (que en lugar de trazar planos prefería trabajar cuerpo a cuerpo con los herreros, ceramistas. yeseros y ebanistas). El art nouveau fue llamado de este modo en los países de habla francesa, Modernismo en España, Jugendstil en Alemania y Seccesion en Austria, y se extendió durante poco más de diez años, alcanzando su cima hacia 1900. Hay quien le tiene escasa simpatía, como los autores del Diccionario de las Artes Decorativas de Penguin Books, según los cuales es un estilo decorativo rebuscadamente moderno, que expiró, sin que nadie le llorase, con la Primera Guerra Mundial. En el exclusivo universo de afinidades del art nouveau es posible distinguir diversos hilos o zonas de calor: los prerrafaelitas, William Morris, William Blake. así como también el movimiento Arts and Crafts, todo ello de filiación británica. Podemos agregar también la sensibilidad decadentista de Oscar Wilde, expresada en sus escritos o en su actitud, y vinculada a los espléndidos aunque escasos dibujos pornográficos de Aubrey Beardsley. Con la pintura de Gauguin hay también algo en común, y de hecho el artista talló (torpemente, como todo lo que hacía) algunas piezas de madera con esas mismas formas sinuosas. También están Otto Wagner, sólido arquitecto vienés que comenzó como historicista y terminó coqueteando con el racionalismo, y la potente figura pictórica de Klimt. Existe, por último, una misteriosa conexión japonesa de influencias y admiraciones mutuas, que puede deberse en alguna medida, tal vez, a la tradición nipona de la irregularidad ornamental. Pero vino la guerra y ya no estaba Europa para experimentos estilísticos. Tras cuatro años de actividad bélica y ocho millones y medio de cadáveres en los campos de batalla, el mundo tiene una nueva forma política. La estética de la máquina se impone, y en las vanguardias del arte o del estilo las cosas se vuelven cuadradas y portátiles, con olor a velocidad. Diversos movimientos de intuitivos de antes de la guerra comienzan a cobrar relevancia: futuristas en Italia, constructivistas en Rusia, adictos a De Stijl en Holanda, cubistas en Checoslovaquia ... Aparecen en escena Le Corbusier, Frank Lloyd Wright y la Bauhaus. Eran los años de entreguerras. años turbulentos, hedonistas, los años locos del fox-trot y el charleston, del automóvil, las boquillas y las ojeras femeninas. Fue en 1925, durante la Exposición Internacional de las Artes Decorativas e Industriales Modernas celebrada en París, que se hizo visible lo que cuarenta años más tarde se bautizaría como art decó: muebles y pequeños objetos que no sabe uno si son horribles o hermosos; relieves, ilustraciones contrastadas, tipografía de aire metálico, mucha forma aguda o en zig-zag ... Los artesanos decó son adictos a los lacados y al uso de incrustaciones de nácar, bronce o seda. También se utilizan las figuras en estaño y la marquetería en maderas nobles o exóticas. Se trata de generar un lujo para gente moderna. Los juegos geométricos son algo toscos y la estilización de rayos de sol, cabelleras, nubes, cataratas, flores o animales recuerda a las figuras mayas o egipcias. Hollywood recogió parte de este ambiente en sus producciones cinematográficas, y también en el estilo arquitectónico de los cines en que se proyectaban las películas. Las casas tipo barco tienen un aire decó, como lo tienen también los cuadros de Tamara de Lempicka, quien fuera quizá la pintora decó por excelencia, elegante, sofisticada, amiga de los fascistas y de los nazis. Bibliografía N.Pevsner, Los oriqenes de la arquitectura moderna y el diseño, Gustavo Gili. Barcelona, 1978. T.Tschudi Madsen, Art nouveau, Ediciones Guadarrama, Madrid, 1967. P. Maenz, Art decó: 1920-1940, Gustavo Gili, Barcelona, 1974. * Tomado de Juan Guillermo Tejeda. Diccionario crítico del Diseño; Paidós Diseño, Barcelona 2006 |
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